lunes, 4 de noviembre de 2013

Capítulo 2.

-¿Tienes fuego?-pregunta Ryan.
- Toma.
-¿Y cigarrillos?
Bell ríe estrepitosamente ante la segunda pregunta.
-¡Qué mamón, tío!-exclama.-No se lo des.- le dice a Ky.

Es entonces cuando Ky saca una bolsa de plástico llena de cigarrillos de marihuana. Todos se quedan asombrados. ¿De dónde habrá sacado tanta?

Pero nadie pregunta. Solo se limitan a coger uno, llevárselo a la boca, encenderlo y a continuación, fumar. Todos menos Jace.

-Venga que no está tan mal- le anima Bell.

Pero él niega con la cabeza, lo que hace que Bell se encoja de hombros.¿A quién le importa?

Los días después de una fiesta son raros; todos menos Sam y Amy se quedan en la calle, sentados en un banco como han hecho Rose, Marc, Cass y Mel, o irse a casa a dormir. De momento ellos están dando un paseo y no hay ojos que no miren a la tatuada y sexy Bell. Ella siempre es la que más destaca entre sus amigos, a pesar de que cada uno de ellos ya es extravagante de por si. << Es imposible no fijarse en ella>> piensa Jace.

Los dos se miran y se sonrien, cómplices.

-Vamos a Plaza de España, ¿no?- pregunta Bell.
-No, vamos a ver a mi tía hacer pilates. ¿A dónde quieres ir?- le contesta Ky, llevándose el cigarrillo a la boca.

Plaza de España es el lugar de reunión de los emos, góticos y heavys en Madrid. Allí todo el mundo conoce a todo el mundo, y siempre está repleto de muchachos con piercings y vestidos de negro. Es allí donde suelen reunirse, donde se conocieron todos.

-Vamos pues.

Desde el pasillo se oyeron escandalizados gritos agudos. Venían del vestuario femenino del instituto Antonio Machado.
De improviso, una muchedumbre de muchachas medio en chandal medio uniformadas salió del vestuario.

-Putas cotorras. Ni que hubiesen visto a un tío en la vida- dice Sam -¿Estás bien?- le pregunta.
-Como siempre...
-No, Amy, como siempre no.
Ella agacha la cabeza, entristecida. No quiere que estas cosas le afecten. No cuando sabe que no es cierto.
-Ya se lo que han hecho- dice Sam- ¿Puedo?- pregunta, señalando su camiseta.
Amy asiente sin mirarle a los ojos. Sam coge la camiseta con cuidado. Es negra de tirantes, con una calavera azul metálico. Le da la vuelta y lo ve. Una gran pintada con spray blanco.

"Helena la fea".

Helena es el verdadero nombre de Amy, pero eso ya lo sabía. Al conocerse del colegio ya sabían el verdadero nombre de cada uno, pero no se lo han dicho al resto del grupo. En realidad no saben porque se llaman por apodos. Supongo que porque "Anastasia" no es un nombre que pegue con una chica llena de piercings y tatuajes.

De todos modos, eso no le importa mucho a Sam ahora. Le han vuelto ha insultar.

-Mira, cielo, tu nunca debería estar así por unas niñatas como estas. Eres la maravillosa Amy. Si no saben valorarte, se están perdiendo lo mejor que puede haber en este mundo.

De inmediato, Sam se arrepintió de haber dicho esa última frase. Pero ya no había vuelta atrás. Se miraron a los ojos. Y aunque no hablaban, se decían mucho. Se decían lo que no podían decir. entonces Sam salió del mar gris de los ojos de Amy y dijo:

-Se lo contarás a Ryan.

Amy miró al techo, pensativa.

-Ryan no tiene porque saberlo.

Sam asintió. ¿Porqué le oculta estas cosas a su propio novio? Es como si ya no confiara en él. ¿Qué les ha pasado? Siempre han sido felices. ¿Porqué de repente tanto secreto?

-Hacemos pellas, si te sientes mal como para ir a clase.-sugiere Sam.
-Vale. Plaza de España, ¿no?

sábado, 26 de octubre de 2013

Capítulo 1.

Ocho de la mañana. Metro de Madrid, estación Ibiza. Los viajeros que normalmente frecuentan esta estación miran curiosos a un grupo de muchachos un tanto extraños.

Sentados en el suelo del vagón a pesar de disponer sitios de sobra libres, charlan y ríen en tan alto volumen que hasta en la otra punta del tren se les oye. Graciosos comentarios por parte de los muchachos retumban por las vías del subsuelo madrileño.

Son diez; cinco chicos y cinco chicas, con aspectos...originales.

La primera muchacha, Amy, luce su azulada media melena con orgullo, que contrasta con su pálida tez, sus labios morados y sus ojos grises. Es la más joven de sus amigos, con solo 16 años, pero es tratada de buena forma en el grupo.

-Una manera- solía decir - de hacerte ver.

Un tanto tímida, tal vez, para el aspecto que porta consigo. Ríe enérgicamente por el comentario de una muchacha de pelo morado, al igual que sus amigos. Resulta extaño que sus labios sonrían y sus ojos parezcan estar apenados.

A su lado se encuentra su novio, Ryan, muchacho muy guapo a pesar de tener todo el pelo castaño en su cara. Su piel tostada refleja su verano en las playas de Cádiz, pero ahora es septiembre, y todo el curso vuelve a empezar. Lo que más le gusta a Amy sobre Ryan son sus ojos, verdes como la pradera, profundos como un pozo. Por supuesto, un piercing en el labio inferior hace que sus besos sean más interesantes. Gracias a él, el grupo se mantiene unido  como si de una familia se tratase.

La chica de pelo negro y piercings es Mel, siempre divertida y positiva, sin preocupación alguna. Cuanto más alegre esta, más se amplia la dilatación de su oreja. Es la más menudita del grupo a pesar de ser una de las mayores con 18 años. Se besa con su novio, Sam. Media melena rapada y castaña, ojos verdes, tez morena... Siempre ha sido el más atractivo del grupo. Es el compañero de clase de Amy, y es así como conoció a los amigos de esta.

Bell los mira asqueada, a ella no le van las cosas románticas. Es mas, tiene un tatuaje en la espalda en el que dice Never In Love. Pero ese no es el único. El cuerpo de Bell esta tatuado de arriba abajo con la unica escapción de la cabeza. Es la mayor con 19 años de edad, pero aun parece tener 15. Tiene la mitad de la cabeza rapada y la otra mitad una melena castaña larga. Es el tipo de chica que si te la cruzas por la calle, te vuelves dos veces para mirarla.

-¡Sereís asquerosos! Si os quereis dar el lote os vais a un puto hotel y destrozais ahi lo que os de la gana...Sam, marica, ya que os besais metele bien la lengua que pareces estreñido -comenta Bell, lo que desata un sonoro concierto de risotadas en la estación.

Cass, la chica del pelo morado se cae al suelo de la risa. Siempre se hace ver, nunca podría pasar desapercibida. Chorrea energía, pero es una buena amiga. A su lado u n muchacho asiático de pelo lacio le ayuda a levantarse, Ky. No habla mucho, pero siempre está ahí en cualquier caso que sus pecularies amigos tengan algun problema.

- ¡Bell si estás celosa líate conmigo! Así disfrutamos todos -bromea Jace.
- Tu puta madre, ya te gustaría a ti probar a estas- responde Bell, señalandose los pechos.

El coro de carcajadas se reinicia. Todos ríen menos Jace, que guiña un ojo a Bell. No es excesivamente atractivo, pero junto a él nunca faltan risas y es un buen compañero de fiestas, y según comentan, también de cama. Su pelo es de un rubio casi fosforescente y sus ojos azules como el mar. A pesar de todo es un casanova, un gran rompecorazones. En facebook hay un grupo con el  nombre de Tías que odian a Jace Littler.

Rose y Marc se miran. Están tan cerca el uno del otro que sus labios podrían rozarse, y de hecho, lo hacen. Rose y Marc son la clásica pareja guapa y moderna, ambos castaños con buena figura y mucha personalidad. Todo en su relación resulta perfecto, algo excesivo para el grupo social al que pertenecen

Todos ellos tienen algo en común: son góticos.  Todos visten ropa oscura y todos tienen algun tatuaje o piercing. Todos ellos vienen de hacerse un tatuaje. En el tobillo izquierdo tienen tatuada una rosa negra, símbolo de su amistad que esperan sea duradera, a pesar de que ninguno de ellos sabe el verdadero nombre de cada uno. Escojen nombres, como Cassandra, y se dan a conocer entre el mundo de los oscuros.

-Esta es la nuetsra- dice Marc, lo que causa una serie de saltos y gritos por parte de los muchachos.
- Mariconas, id más rápido- grita Cass -Que hay que llegar pronto.
-El problema es el escóte de Rose, no me deja pasar.
-¡Cállate, Ryan! - dice esta.
- Eso, cállate a menos que quieras tener los huevos de collar- amenaza Marc, bromeando.

El follón y la confusión llenan la estación. El clan al salir al exterior se despiden con codazos y choques. Ryan, Bell, Jace y Ky se van por un lado, Sam y Amy por otro y Cass, Mel, Rose y Marc se tumban en un banco.

- Ha estado genial- comenta Amy a Sam. - Hay que repetir.
-¡Desde luego! Pero esta vez vamos los fines de semana, que eso de salir los miércoles por la tarde quema neuronas y en clase nos echan...

Ambos ríen. En su escuela no son muy bien tratados, por el tema de su "posición social". Pero lo llevan bien, se tienen el uno al otro para ayudarse. Siempre caminan por los pasillos con la cabeza bien alta, con dignidad, a pesar de los insultos y golpes que reciben.

Como si Amy no tuviese suficiente fuera de las aulas.

Mientras, en un banco del centro de Madrid, durante un largo beso entre Marc y Rose, Cass y Mel conversan animadamente.

-Pruebalo, Mel
- No tía yo paso de estas mierdas.
- Un cigarrillo no te va a hacer nada...
-No, Cass. No me gusta el sabor a tabaco y a Sam menos.
Las dos chicas ríen
-¿Qué tal con Sam?
- Estupendamente. Es tan dulce y tan cariñoso... Me encanta, es perfecto para mi.
Cass mira a su amiga, sonriente. Después de una pausa, grita:
- ¡QUÉ MONOS!
-¡Qué susto, Cass! ¿Porqué no cierras la boca y dejas a los demás en paz?
- Si o que, Marc, tu lo que quieres es meterle la lengua a Rose.
- La lengua y otras más cosas -contesta él, guiñando un ojo a su pareja.

Todos ríen, pero los ojos de Mel miran recelosos hacia la pareja. ¿Qué harán Amy y Sam en esos momentos? Sin que Cass, se de cuenta, le coje un cigarrillo del bolso y se lo mete en el bolsillo.

-Por uno no pasa nada -piensa-. No pasa nada.

viernes, 25 de octubre de 2013

Prólogo.

La multitud llenaba la plaza tanto que ni un alfiler cabía. Cientos y cientos de personas se movilizaban por un mismo ideal: tener sus propios y únicos ideales, por los cuales podían llegar hasta matar.

-¡Queremos ser diferentes!-gritaban.
 
Máscaras de orgullo. Sonrisas ocultas. Salir a las calles les esxitaba de tal forma que generaban cualquier tipo de disturbio solo para crear más y más adrenalina. Quemaban maderas, se subían unos enciam de otros, lanzaban piedras e incluso golpeaban a cualquier ser fuera de esa manifestación.

Pedían no ser ignorados por la sociedad. Querían ser queridos.
 
No vestían de la forma convencional, con pantalones anchos y camisas de trabajo. Vestían capas oscuras, cuerdas como cinturones e iban descalzos. Los viandantes señalaban al grupo de muchachos.

- Hijos de Satán- decían los habitantes al asomarse desde sus casas-. Estais condenados a morir en las hogueras, brujos.

Pero ni hacian magia ni tenían varitas. Solo manifestaban su desacuerdo.

Es el siglo XVII, y aquí comienza la etapa del Romanticismo, donde los jovenes eran guiados por sus sentimientos, por la pasión. Antorchas en mano quemaron un carro de caballos, uno de ellos falleció.

Primera víctima. ¿Quién será la próxima?

¿Habrá una última?

No, nunca habrá un último muerto cuando tus principios conducen tu vida.

A partir de ese momento se desató una masacre de asesiantos, engaños, corrupción, suicidios y descontrol jamás vista en la historia de Europa. Los jóvenes morían antes de cumplir treinta años de vida y en ese escaso tiempo vivian su vida a límites inimaginables para el hombre ilustrado de aquella época.

Se sentían diferentes. Eso les ponía.

¿Una locura verdad? Pero hay algo que no sabes:

Ellos siguen aquí, ahora, en el siglo XXI. Siguen rebelandose contra la sociedad, ahora más superficial que en cualquier otra época.

Ahora no conoces la vida de estos rebeldes. Yo si se de ellos. Y siguen al margen del estado, al margen de las reglas. Al margen de cualquier cosa a la que quieran someterlos.

¿Sabrás reconocerlos?